Miradas

Será porque su superficie está moldeada con pliegues de todas formas y colores; será porque tiene multitud de valles dibujados a mano alzada entre las agrestes montañas; será porque el rugiente mar se ha afanado en labrar playas, acantilados y grutas, una a una, todas únicas; será porque sus ríos serpentean entre los riscos alborozados y juguetones... Será por éstas o por cualquiera otra de las razones, lo cierto es que camines por donde camines, mires hacia donde mires, seguro que encontrarás un lugar para disfrutar Asturias.



Covadonga río Narcea Langreo, museo de la Siderurgia Bandujo, vista general Villanueva de Oscos, San Mamed Gijón, Elogio de la madre del emigrante Asturias, vista de la Cordillera Caso, desfiladero de Los Arrudos Ponga, San Juan de Beleño Langreo, puente atirantado Llanes, iglesia de Niembro Taramundi, Cabaza


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«Allí estaba Asturias, ¡la incomparable Asturias!; el florón más espléndido del solar español; el rincón más hermoso, florido y fecundo de la patria, que pudiera ser, si los hijos de sus montañas quisieran, el mayor manantial de riqueza para la extenuada España, con solo ofrecerse cultamente, amablemente, económicamente, inteligentemente, a la admiración de la Naturaleza que el mundo extranjero profesa, uno de cuyos principales sentimientos educados es la contemplación de sus bellezas y magnificencias. Medio mundo vendría a extasiarse en estos incomparables paisajes astures, menos monótonos que los de Suiza, de más suave y blanda temperatura; más gráciles y más llenos de matices, con las notas de lo abrupto y rocoso, más suavizadas y esparcidas que los del Pirineo Central… ¡Ah! Sí, sí; el día en que los europeos y americanos puedan recorrer Asturias sin miedo a inculturas, con una comodidad relativa y con una economía compatible con fortunas modestas un río de oro recorrerá por estas montañas, porque no hay nada más soberanamente bello que Asturias...»

Rosario de ACUÑA Y VILLANUEVA,  «Recuerdos de una excursión» (1917)




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«...bastarían para recomendarla los grandes objetos que la naturaleza reunió en su suelo. ¿Pudo usted observar sin admiración en su viaje sus frondosos bosques, sus valles amenísimos, sus montes levantados hasta las nubes, sus ríos, ya precipitados de lo alto de las cumbres por extrañas y vistosas cascadas, o ya brotando de repente al pie de su falda? ¿Pudo usted dejar de sorprenderse agradablemente a la vista de tantas eminencias, precipicios, alturas, cañadas, grutas, fuentes minerales, lagos, rías, puertos, playas, y en fin, cuanto produce la grande y singular naturaleza?»

Gaspar de JOVELLANOS: Cartas del viaje de Asturias











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OTRAS MIRADAS




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«Abundan en la asturiana las ensenaditas reconditas, cuyo circo forman grandes acantilados de pendiente temerosa o completamente verticales, coronodados por grupos de pinos y reflejados en aguas de un verde esmeralda que permite ver el fondo. Algunas de ellas son de una belleza y de una poesía que se meten en el alma del buen observador; y vale la pena señalarlas a todos para que gocen contemplándolas.»

Rafael ALTAMIRA: Tierras y hombres de Asturias (1949)



























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